La alimentación es responsable de casi el 30% de las emisiones de gases de efecto invernadero de la UE. La sostenibilidad del sistema alimentario ha de ser un objetivo global y urgente. Por un lado, está afectado directamente por el cambio climático y al mismo tiempo es responsable de él, responsable de pérdida de biodiversidad y de la destrucción de ecosistemas. Y por otro, el crecimiento de la población está poniendo en riesgo su sostenibilidad.
Los diferentes tipos de alimentos varían enormemente en su impacto ambiental, tanto en emisiones de GEI (gases de efecto invernadero) como en consumo energético. Las decisiones de los consumidores, así como las estrategias marcadas desde el nivel estatal hasta el municipal en términos de producción local, pueden contribuir en gran medida a reducir las emisiones y el consumo energético de la dieta.
Ante estasituación ¿Qué hábitos de consumo deberíamos de modificar? ¿Por qué? ¿Cuáles son las causas de qué no lo hagamos? ¿Cuáles son las barreras? ¿Qué se debería hacer para que los cambios se lleven a cabo?
La transición hacia modelos agroalimentarios sostenibles es clave si queremos afrontar los Objetivos de Desarrollo Sostenible, referentes a la lucha contra el hambre o modelos de producción y consumo. Para ello se necesita un cambio global en las políticas, los mercados y los consumidores, implicando en este trabajo a todos los eslabones de la cadena agroalimentaria.